sábado, 19 de septiembre de 2009

DE XABER A XAVIER ZUGARRONDO



Toda gran urbe es un mapa de posibles, una ejecución en cada una de sus calles y plazas de nuestros deseos más recónditos. Una gran urbe es forzosamente muchas a la vez, pues sus habitantes pertenecen a una historia comenzada bien antes de su fundación, burilada en los metales ancestrales del aluvión de razas que, por misteriosas razones permanecidas siempre ignotas, constituyeron en un pasado sin nombre su lugar preciso. Algo que Xaber tuvo buena ocasión de corroborarlo en más de una de sus visitas a la gran urbe del Rio de La Plata. ¿No era Buenos Aires una ciudad de ciudades, un espacio exacto en el mapa de los deseos acondicionado por los demiurgos del tiempo, para que él, Xaber, por fin esta vez u otro Xaber en otro punto del espacio-tiempo otra vez pudiesen realizar lo mismo, mejor, desearlo como lo igual, como lo igual de ser no ya solo Buenos Aires sino a la vez Tánger y Madrid y Paris y San Sebastián, alternativamente cada uno de los posibles que constituían esas ciudades a tenor de las calles y avenidas por las que deambulaba? Sí, una ciudad que lo era todas sin ser ninguna en especial: un mapa por leer de sus deseos. No era por cierto la primera vez que Xaber recorría las calles de la ciudad de los muertos de la gran Capital del Sur. En realidad su visita a La Recoleta en aquél atardecer gris y desabrido de otoño austral no era sino un a modo de pasatiempo antes de acudir a la cita en el exclusivo restaurante Nectarine,, en la cercana Avenida de Vicente López, con Gabriel Beloki, un verdadero santo y seña de la Sociedad Rural, empresario farmacéutico de pro y Presidente del Colegio de Farmacéuticos de la Provincia de Buenos Aires, Decano de la Facultad de Farmacia de la UBA, senador por la Provincia de Buenos Aires por la Unión Cívica Radical; en suma, un prototipo de vasco argentino triunfador en quien retoñaban tres generaciones de la cepa navarra que casi un siglo antes don Eustasio Beloki, fugitivo de la última guerra carlista, trasplantara en la tierra sin confines de la Pampa argentina. El inminente encuentro con un personaje de cuya capacidad de generar aburrimiento tenía sobrados indicios y en quien percibía tal vez con excesiva nitidez los modales y el discurso salpicado de dejes clericales que con frecuencia había observado entre los vascos cultivados, unido a la hastío que paulatinamente le había ido invadiendo los últimos días de su estadía en Buenos Aires sumiéndolo en una suerte de nebulosa, todo ello hizo que se demorase aturdido entre los panteones y mausoleos, cuya inscripciones deletreaba negligentemente. Obscurecía ya, y la neblina se desprendía del Río de la Plata ganando los mismos muros del emblemático cementerio. Sin duda el horario de vistas estaba por terminar, así que lentamente dirigió sus pasos hacia la entrada principal del cementerio sobre la calle Junín musitando al desaire nombres y apellidos de próceres y de hijos ilustres de la Patria, cuando en un recodo dio en un hondón entre dos mausoleos que figuraban sendas dolorosas, tras de las que se elevaba una vaga torre gótica. No se trataba sin duda de una cavidad abierta para una nueva fosa sino sorprendentemente de una escalera encubierta entre las matas y hierbajos y que en forma de caracol se cerraba en una abrupta bajada. Reparó en que los peldaños eran en realidad metálicos, resbaladizos y viscosos por debajo de la capa de tierra que los cubría. Las paredes de la cavidad parecían asimismo ser de planchas metálicas. Exactamente como él recordaba los muros de la estación de metro Saint Michel junto al Seine en el Barrio Latino, en la que el ramal del subterráneo había sido abierto a gran profundidad por debajo del lecho del río. Bajó con precaución cosa de algunos minutos, luego de prender una de esas pequeñas linternas que hacen las veces de bolígrafo o a la inversa, asiéndose de un herrumbroso pasamano. La mugre cubría los peldaños, aquí y allá salpicados de coágulos de sangre resecos sobre los que se había esparcido profusamente aserrín. Al llegar a una suerte de rellano, atisbó un corredor angosto en el que reinaba un sordo bullicio. A ambos lados del mismo, catres medio cubiertos por burdos sacos de esparto cubrían parcialmente unos cuerpos desnudos, cuyos semblantes lívidos se asomaban mostrando sus ojos yertos de un brillo ambarino. Conjeturó que se trataba de cadáveres depositados por alguna razón precipitadamente allí, luego de serles acaso practicada la autopsia. Desfiló lentamente, horrorizado, por delante de los catres. Por momentos aquellos cuerpos daban todavía señales de vida con movimientos espasmódicos, pero en seguida eran rematados a golpes y patadas por una especie de enfermeros que a la manera de guardianes flanqueaban inmóviles cada catre. Sordos murmullos y rumores salían de sus gargantas como un desesperado intento de articular algún sonido inteligible-quizá un último llamado de auxilio desesperado-, y retumbaban amplificados en los muros rezumantes de humedad. Un olor pestilente se exhalaba de ellos. Algunos cuerpos volvían indiscutiblemente a la vida para retornar de seguido al estado cadavérico a tenor de las golpizas que, como si fueran muñecos de goma, con unos mazos les propinaban los guardianes. Una masa gaseosa los envolvía para seguidamente emanciparse totalmente de ellos adquiriendo una suerte de independencia espectral. No alcazaba a corroborar quién de ellos era realmente un cadáver y quién no. Algunos no eran ya sino una masa fluorescente. Ciertos cuerpos que extendían desesperadamente los brazos entumecidos hacia él le recordaban vagamente a seres vivos conocidos. Trató en vano de precisar los rasgos de alguno de ellos. El olor a podredumbre le asfixiaba De súbito, una luminosidad azulada atrajo su atención hacia el fondo del corredor. Se encaminó hacia ella. Aquella luz dulce le deparaba inexplicablemente la confianza y la paz a un tiempo de que se sentía privado, dubitativo ya de si él mismo no estaba en trance de transformarse en uno de esos cuerpos que se debatían no entre la vida y la muerte sino entre diversos una intensidad imprecisa de diversos estados de descomposición física, sin duda más cercanos a la muerte y a su poder de destrucción que a la vida, o de si, en cualquier caso y por motivos para él desconocidos, le estaban reservadas a su cuerpo inminentes pruebas vejatorias, las cuales barruntaba con espanto iban a amenazar su integridad de ser viviente haciendo de él una pertenencia de aquellos horripilantes guardianes. La luz azul, imprecisa en un primer momento, se iba intensificando a medida que se aproximaba a ella sin perder por ello un ápice de su dulzura. En aquel imperio de la muerte en el que tan solo reinaban su absoluto poder de destrucción, las más eminentes capacidades de mutación y de perpetuación de la materia librada a sus maquinaciones más irreprimibles y execrables, a tal punto que ninguna estructura corporal parecía capaz de configurarse y adoptar un aspecto estable, era plenamente consciente de que el breve fragmento de vida que encerraba su cuerpo era ya provisorio, sujeto, no lo dudaba ya, inminentemente a la destrucción más abyecta. La sensación le invadió al acercarse al foco resplandeciente de que se desvanecía en vastas lejanías, en mares ignotos de mercurio y de azufre. Épocas y seres desfilaban raudas ante sus ojos En un instante creyó vivir una vida infinita y, sin embargo, cuán próxima y conocida. Sobre los muros verduscos se distinguían imágenes de animales y de enseres de eras largo tiempo periclitadas, extraños rituales de sacrificio, escenas de caza, cataclismos e inundaciones. Distintas especies de seres con catadura humana desfilaron ante sus ojos como los cuadros expuestos en la galería de un museo. Una suave duermevela se apoderó de él en la que el tiempo pareció detenerse. De súbito, el haz luminoso se tornó más claro, pasando paulatinamente a un tono rojizo, después a rubio leonino. Como agitado por un extraño viento se mecía en el aire que, cálido, llegaba de alguna abertura en lo alto. A medida que iba acercándose, pudo precisar los perfiles del bulto luminoso. Un esbelto cuerpo de mujer envuelto en un albornoz de finísima muselina que dejaba transparentar las más delicadas y deliciosas formas le hacía señas de que la siguiese hacia arriba, hacia algún punto en lo alto, en donde oscilaba una llama amarillenta. Sus cabellos de un rubio dorado flotaban calmosamente como las alas de un águila. No podía distinguir su semblante, tan solo sus sueltos cabellos ondulantes como una hoguera que lo convocaban a proceder al ascenso como un fantástico señuelo. Se deslizaba como una sonámbula por las escalinatas que subían formando una escalera de caracol. Fue tras ella y, cuanto más ascendían, más tenue se iba haciendo su resplandor, y más intenso el llamear de allá arriba. Ya estaba por alcanzarla, cuando un brazo de blancura marfileña emergió de la vestimenta de muselina haciéndole señas de que se le acercase, al tiempo que el cuerpo se arqueaba delicadamente en un quiebro, perezoso y ceremonial a la vez, casi versallesco, y unos ojos de un azul intenso se posaron en el dejándole transido de un frío glacial

-¡Así que tú eres mi muerte! -exclamó Xaber.

Una llamarada amarillenta iluminó espectralmente por un instante el semblante perfilado de Gabriel Beloki quien empuñaba un elegante candelabro.

-Pero, hombre, Xaber, ya le dábamos por perdido, llevamos una hora esperándole a usted, Esther y yo. Menos mal que conociendo sus gustos mortuorios sabía que habría de encontrarle aquí…Pero, ¿qué diablos hacía allá abajo, en esa fosa? Esta usted totalmente embarrado,….

-¿Una Fosa? Bueno… no, exactamente. ¿Esther? ¿Una cena en Nectarine? Lo siento pero…: la verdad, no estoy muy presentable que digamos después de este…

-A mi esposa, le va a tener sin cuidado su aspecto, querido Xaber, después de todo lo que le he contado de usted. Además está usted hecho un jatorra como siempre y ese saco classic Sueder Blazer tan deportivo le sienta muy bien. Los trajes de etiqueta ya no están de moda: a cada día su afán. -dijo con fingida resignación señalando su imponente jacket clásico. Vamos, ya le prestarán unas zapatillas en Nectarine para que se sienta más cómodo. Por lo demás tampoco es una cena de etiqueta. Pero no hagamos esperar a Esther, aunque no está mal que por una vez sean ellas quienes esperen un poco, ¿no le parece?... El servicio de vigilancia del cementerio nos aguarda…Tuve que inventar mil excusas para que me dejasen entrar. –y, al pasar junto al mausoleo de Sarmiento, se detuvo un instante, lanzó ojeadas de soslayo al broncíneo cóndor, y, luego de extinguir con soplidos bien calculados las tres llamas del candelabro, que hasta entonces había mantenido alzado sobre los dos haciendo pantalla con el brazo izquierdo para protegerlo de los golpes de viento, arreció el paso hacia la entrada del cementerio sobre la Avenida Vicente López.

Xaber tuvo una vez más ocasión de corroborar que Gabriel Beloki era un hombre sin lugar a dudas precavido y circunspecto pero no por ello menos desconcertante.

viernes, 14 de agosto de 2009

EL DEMONIO DE LA PALABRA JUSTA





Conrad afirmaba que "si no hubiera escrito en inglés, nohabría escrito en absoluto, que la capacidad de escribir en inglés le era tn natural como cualquier otro don que hubiera recibidoen su nacimiento", en suma, que " quien quiere convencer debe fiarse no del argumento justo sino de la palabra justa" . Sin duda, su admirado Flaubert le ha dictado estas líneas, y, sin embargo, no es descabellado pensar que su angustia frente a la escritura, con la que mantuvo una ambivalente relación, era provocada sobre todo por esa lenguna que había adoptado, que había hecho suya como maestro consumado, enla que habría de escribir una obra maestra, pero sin haber conocido nunca la dichosa espontaneidad delo natural. O, al menos, así hubo de creerlo.Cierto, se veía en ella como una ardilla encerrada en una jaula. Sísifo le parecía mejor alojado que él, pues Sísifo consiguió arrastrar la piedra hasta la cima,, en tanto que él experimentaba la sensación de no avanzar una pulgada en la pendiente. Tedio de Conrad ante el sigo escrito, simpre atosigado por el hálito de la muerte que hace de él uno de nuestros contemporáneos, pues si utilizó una lengua que no era la suya, la presunta natural, lo hizo por una veneración sacra hacia el lenguaje, hacia sus poderes talismánicos, cual si las palabras fuesen gemas preciosas concedidas gratuitamente por un ausente, huéspedes de esa misma ausencia que exponía a sus personajes a las fuerzas del mar, del bosque, de las tempestades y del naufragio, a un vértigo cósmico al que no era ajena en definitva la escritura. " La forma sale del texto como el calor del fuego", escribía Flaubert. Hay pues en el texto lo mismo que había en el fondo: la vida con su inagotable caudal, pero sistematizada, cohesionada, de forma que el demonio que acecha al escritor es esa inercia que parece gravitar sobre la naturaleza toda y que le constriñe, le fuere la vida en ello, a no poder escribir mal, en cuanto no le es dado decir lo primero que se le pasa por las mientes sino precísamente lo último, que no es sino el resultado de todo cuanto ha ido surgiendo en el intervalo. Sólo que el intervalo es aquí un vacío perfecto, un instante infinito en el que se aloja lo indecible. Todo texto requiere de su autor una brizna de inocencia y ello le hace merecedor en el mejor de los casos de una promesa de felicidad. El autor es así afín al estilo que lo domina y el texto un jeroglífico y por ello susceptible, como lo demandaba Rimbaud, de " adelantarse a la acción ". Es el requerimiento de la escritura cmo voz de la Esfinje que lanza desafiante Vautrin, la esfinje balzaciana por autonomasia. " Yo soy un gran poeta, le confía a Rastignac, mis poesías no las escribo, consisten en acciones y sentimientos". Como Nieztsche, el reto balzaciano convoca al autor a una escritura alquímica, a un poder talismánico que recela la Modernidad junto al de la técnica. Por ello, como lo viera Nietzsche con clarividencia única, la escritura es verdadera tintura, "Escribe con sangre, y experimentarás que la sangre es espíritu" , amonesta Zarathustra. Como tal, ella desencadena una trasnmutación del alma del autor, la cual desata a su vez el trastorno de todas las relaciones recibidas y admitidas como falsamente naturales por cuanto toman a la naturaleza como mero "espíritu de la pesadez" impidiendo la disolución restaudadora de la nueva vida que provoca el espíritu mercurial del azogue. Dicho espíritu mercurial instaura la intensidad como rasgo propio de cada ser, pues cada ser no reproduce o transmite la perpetuidad de una imagen originaria sino que precisamente es lo que es cada uno por intensividad o afirmación infinita de lo infinito. El alma es ,así, como En la piel de Zapa balzacina estimuladora por rarefación y concentración, por liquidificación y solidificación, de poderes divinos por cuanto capaz de plegar el azar a la necesidad en virtud de su Voluntad de poder creadora que quiere la infinita repetición del instante como instante, el retorno eterno de lo que es como lo siempre diferente. Liberada la escritura de la voz portadora de sentido, puede adueñarse de su propio dominio-ese agragado del azar que es el matiz necesario, solo maridaje del sueño con el sueño.

lunes, 3 de agosto de 2009

DE XABER A XAVIER ZUGARRONDO



Además del médico psiquiatra, por no hablar del psicoanalista, a quien Xaber consideraba el verdadero Saithan de nuestra época, su demiurgo fatal, los periodistas, políticos y presentadores de televisión figuraban a su juicio entre los promotores de la estupidez humana en una época en la que habían perdido definitivamente su papel relevante los sacerdotes. Mas en aquéllos se encarnaba además la petulancia y espíritu de mercachifle, la charlatanería, el descortés empecinamiento en clasificar, en caracterizar como un síntoma, diagnosticar después, las presuntas perturbaciones de nuestra alma-o de lo que de ella queda en sus manos- , en fin, su altivez en autoerigirse como voceros de la norma y del orden, todo ello, los volvía definitivamente repulsivos para cualquier mente sutil y refinada, es decir, para una mente como la suya. El psiquiatra no puede tolerar que nuestra angustia no le pertenezca, y que, siendo nuestra, es impermeable a cualquier curación que le pueda venir de afuera Es justamente el poder de nuestro espíritu lo que ellos creen deber amaestraren, servidores del Orden que son. Tal era su firme convicción. ¡Ah, la vieja alquimia y su transmutación de los cuerpos, de los metales inferiores a los más nobles, sus infinitas combinatorias dignas de una homeopatía transfísica!, suspiraba añorante rememorando sus días tangerinos. Benchestrit, al menos, con toda su nauseabunda vulgaridad y oportunismo típicos de su raza no dejaba de llevar razón en esto. “Cada perturbación del organismo significa un desorden, Xaber,- peroraba él una y otra vez desde su bufete sumido en la penumbra del consultorio de la rue Pasteur como un ojo de buey cercado por un haz de luz cruda que hacía presentir por detrás de unos sucios cortinones todo el resplandor marmóreo y escultural de la Bahía y que en definitiva corroboraba que la Ciudad del extremo Occidente brillaba simplemente con propia fosforescencia-, en consecuencia, mon ami, cada perturbación en el organismo ha de corregirse con la incorporación al mismo organismo de la parte complementaria con la que éste guarda un vínculo esencial y por la que ha resultado dañado. Ustedes los vascos, voici un cas intéressant, Xaber, creo que incluso digno de una memoria ante la Association Psychiatrique du Royaume du Maroc… debieran acudir a los psiquiatras alquimistas. Por sus venas ancestrales corre un exceso de sangre materna. No han acabado de abandonar el clan, eso es todo, ma foi! El cordón umbilical les sigue atenazando la garganta y en lugar de caminar por si solos siguen nadando en las aguas amnióticas, lo que les hace estúpidamente vulnerables ante las mujeres. Siempre adentro de la madre, de la mujer, de la novia, de la amante, que sais –je, siempre con la cópula arriba y abajo, en dirección a la madre o madrastra, qué más da—Y como ellas lo saben, son perfectamente conscientes de su ascendencia sobre ustedes, porque les llevan mucho tiempo por delante, sí mucho tiempo por delante, allá dentro en ese vaso hermético en el que se transmutan todas las combinaciones posibles de la corriente de la sangre siempre creciente” ¿Diferencial esquizoide? Sería ya una clasificación, una catalogación para detener en cierto modo esa crecida que busca diluirse en la transmutación de la tercera persona. Xaber es tal vez un nombre para él o para ello necesariamente, que puede ser llenado con el vacío de la no-acción o con la elevación de un lugar excelso en el que colocar al Ser Supremo, tanto da, es un patrón sinosidual que funciona igualmente en una u otra estructura óntica. Kulla yawmin Huwa fi sha’n, cada día El en obra, recuerda cómo insistía Al Habibi que en ese versículo del Libro Noble se encerraba todo el gran misterio… Solo Fátima pertenecía al otro lado, sí, al otro lado del espejo, al punto justo en el que la espiral se abría y se ceñía. La humedad que rezumaba su cuerpo, la sedosidad de sus cabellos de azabache que desprendían todo el aroma de los cedros del Rif anunciabann la acuosidad de la noche y el prisma de sus infinitos rostros. ¿No encerraba su poder único de ectoplasmósis, una clave, un camino secreto, que contorneaba misteriosamente la cópula, el invisible cordón hacia la madre? Todo en ella conducía de una u otra manera también a Al Fatihah, le constaba, y a la cadena de oro que vinculaba a éste desde generaciones con los santones sufies de la Jebala y con la Congregación Rifeña de Mujeres de Laila Nuño, cuyas manifestaciones medióticas dieron en convencerle que nadie, nadie o casi, podría sustraernos el privilegio de dejarse fragmentar nuestro cuerpo en millones de unidades infinitamente diferentes entre sí, en partes inefables de un nuevo cuerpo radiante que se refleja en espejismos esparcidos en millones de universos, y que podamos ser conservados en la memoria de los demás como un meteoro o una estrella fugaz que solo habrá existido un momento ni sujeto a la línea de la causalidad para que se realice una extraño acto de amor único sin propósito y sin meta

No es que Xaber padeciera de necrofilia, pero su llegada a ciudades desconocidas y contemplar, como él decía, por vez primera y antes de que entrasen en su tedio definitivo las plazas y los transeúntes, el hormigueo humano, como para él inaugurados en un primer día de lozana existencia, era por cierto una forma de singular perversión que se reservaba en lo más íntimo como algo que le era casi una segunda naturaleza, como la bajada con los ojos sin luz y el cuerpo entumecido en la estación de una ciudad ilocalizable en el mapa luego de un largo viaje nocturno en tren. Y en esta primera representación, verdaderamente teatral, no podía dejar de desempeñar un papel esencial la visita a los cementerios. El de la Recoleta se le antojaba una mezcolanza de cortijo andaluz y de cementerio parisino romántico:un mal gusto chillón en suma que resumía una variopinta mezcolanza de estilos arquitectónicos y esculturales, una petulante imitación del Père Lachaise, como por otra parte la ciudad de los vivos lo era del Tout – Paris. Al menos en estos barrios selectos de la Gran capital del Sur, porque más allá, a no tantos kilómetros, bueno allá comenzaba una historia bien diferente que asemejaba a Buenos Aires más a Bombay que a la ville lumière. Solo que este Père Lachaise porteño levantaba frente al Gran Río, que era en realidad un mar interior, toda su mole estrepitosa de templetes y palacetes, ángeles caídos al mejor postor, pagodas y catedrales góticas como una réplica ostentosa y aparatosa de la vida, más allá de sus muros, de las linajudas familias que habitan al mismo tiempo afuera, en las calles que se alzan altivas frente al Gran Río, un útero inmenso y rezumante de humedad que se expande por sobre toda la inmensa urbe y aún más allá hasta la llanura sin confín. ¡Cuán lejos todo ello de la escritura cifrada en mito del Père Lachaise! Buenos Aires carecía de un señera colina desde la que un Rastignac porteño, hijo de la gran riada de la emigración lanzase su sublime desafío a la gran urbe, carece de ese señero á nous deux maintenat balzaciano, pero tenía en cambio aquel Gran Río del que soplaba intermitentemente un viento espeso, viscoso, que arrastraba consigo toda la profundidad de la tierra madre, los aromas de mil cielos de los países que abrevaban en él, un gran río cuya presencia se barruntaba en cada calle de la ciudad, como si toda ella fuera una única arteria abierta condenada a desembocar en la gran corriente amniótica al que la Gran Ciudad del Sur vivía dando la espalda porque sus habitantes ya no podían vivir desde el clan y no tenían aún la fuerza de construir su propio ello desde el que vivir. Su río de la sangre estaba decididamente atrás, río arriba, en esa bolsa de cieno de color pardusco, pero no se sentían capaces de aceptarlo y lo temían. Solo les quedaba un baile de autómatas como el tango con el que pretendían meramente conjurarlo, con sus círculos y espirales que convocan a la muerte o a una cita a la que nadie con seguridad habría de acudir....
Xaber

viernes, 3 de julio de 2009

LA CRISÁLIDA Y EL ESCARABAJO DE ORO






En atención al Honorable Reverendo Kane y a los adeptos de la Obra







LA CRISÁLIDA Y EL ESCARABAJO DE ORO

Retenir la rosée et l’allier à l’instabilité de la salive : c’est là toute la convoitise de la nature pleine et le recul des alibis de la mère. Parole somme toute à l’esprit dissolvant, au pouvoir liquéfiant, tout solide se faisant sphère de cristal massif, pour autant qu’en absence de la mère les eaux vives s’étalent. La nuit déploie le moment unique du corps qui échappe sinueux de son ombre et se dédouble, le miroir convexe aidant. Il lui faut toujours à l’artifice des œils de bœuf par où laisser filtrer le flux lunaire, dont la poésie prendra la matière de la transmutation.

(DEL LIBRO DE XAVIER ZUGARRONDO « APANAGE ET OUTRAGE)

“Jede Menschengestalt belebt einen individuallen Keim im Betrachtenden. Dadurch wird diese Anschauung unendlinch-Sie ist mit dem Gefühl einer unerschopflichen Kraft verbunden-und darum so absolut belebend, Immer wir uns selbst betrachten-beleben wir uns selsbst.Ohne diese sichtbare und fülhbare Unsterblichkeit wúrden wir nicht wahrhaft denken Können “Novalis, Fragmente und Studien

“Cada forma humana estimula una semilla individual en el meditador. Así deviene esta intuición infinita. Ella está unida con el sentimiento de una fuerza inagotable y por ello absolutamente viviente, de continuo somos para nosotros mismos objeto de meditación-, nos estimulamos a nosotros mismos. Sin esta inmortalidad visible y sensible no podríamos en verdad pensar”


De entre la gran constelación de Iniciados que surcan el Cielo de la Revelación y cuyas vidas constituyen estelas en los más amplios designios de la creación, en el Gran Movimiento de redención a que se encamina inexorablemente el Planeta Tierra, E. A. Poe, irradia con la luz más propia como un astro en el seno de la obscuridad profusa de las tinieblas. Su vida tan desgarrada por el dolor fue en sí misma un demorado aprendizaje regido por las leyes inexorables de la transmutación alquímica.” Estamos en una misión. Estamos convocados a la formación de la tierra", escribía Novalis. Y es a esta recreación del Planeta como organismo vivo y espiritual a un tiempo a la que estuvo abocado Poe tanto en la vida personal como en la creativa, a la trasnmutación no ya solo poética sino precisamente alquímica de la tierra en cuanto ser vivo añorante de redención. Singular papel que está llamado a jugar en todo el Opus de Poe la muerte. Ella es la fuerza más profunda por cuanto la más innovadora de todas las que el Creador había puesto en juego desde el origen del Tiempo. Hay una palingenesia en Poe deudora sin duda de las concepciones Pitagóricas y Estoicas, mas su fondo más virtual procede acaso de concepciones gnósticas y de la tradición de la Gran Alquimia. En su concepción la Tierra ha de redivivir en una Nueva Tierra en la que el hombre habitará como en el Jardín del Paraiso restaurado y en cuya escatología el Angel caido, Lucifer, ha de contribuir hasta su definitiva reparación. Redención en Poe profundamente activa, es decir, que desencadena potencialidades y virtualidades en la especie humana, de tal forma que ésta se constituye en medio de la totalidad de los seres de la creación en el verdadero sentido de la tierra por cuanto el cuerpo que vehicula la gran trasnmutación del Universo entero.Así el hombre es ya no solo un microcosmos sino el eje o foco de todas las transformaciones, físicas y psíquicas, el vector infinito como la unidad infinitamente divisible de Pascal en el que la primera creación alcanza su máxima potencialidad y se transmuta en cuerpo espiritual o en inteligencia pura. Y Poe vislumbra, con Balzac, acaso más tarde con Nietzsche, la fuerza inherente a la Modernidad, al Progreso en su terminología, el papel a una aniquilador y por lo mismo gestador como un diferencial infinito emparentado con el vértigo, con el vértigo que es el caos infinito, de este supremo y en tantos respectos imcomprensible designio de la Divinidad. “ Mais, pour moi, les annales de la Terre m'avaient appris à attendre la ruine la plus complète comme prix de la plus haute civilisation. J'avais puisé dans la comparaison de la Chine, simple et robuste, avec l’Assyrie architecte, avec l’Egipte astrologue…dans l’histoire de ses contrées j’avais trouvé un rayon de l’avenir. Les spécialités industrielles de ses dernières étaient des maladies locales de la terre, et la ruine de chacune a été l’application du remède local; mais pour le monde infecté en grand je ne voyais de régéneration possible que dans la mort . Or l' homme ne pouvant pas, en tant que race, être anéanti, je vis qu’il lui fallait renaître « (Colloque de Monos et Una). El cuerpo es pues el sentido de la tierra como en Nietzsche, pero en Poe dicho renacimiento no corresponde a una afirmación de la Voluntad de poder suplantadora del Dios que ha muerto y que adopta la forma de la aceptación definitiva del amor fati-la vuelta eterna de lo igual-, sino, más en consonancia con el requerimiento de la Obra, en un restablecimiento operado no por el conocimiento inflacionario, como en ese presunto anticristianismo nietszcheano, sino por el astro corporal que es el alma, astro sutil y polo de todas las metamorfósis. El universo en su conjunto es manifestación de la materia en forma de cuerpos astrales que recorren en su sutileza toda la gama de la creación y allí donde se da precisamente la máxima concentración de materia se configura la más grande cohesión, la cual denominamos torpemente espíritu. La regeneración de la tierra enferma planetariamente y no solo parcialmente en algunas de sus zonas, como en la era del Progreso y de las Distintas revoluciones, abarca pues desde la crisálida más diminuta o casi imperceptible a nuestros rudimentarios órganos de percepción hasta el escarabajo de oro que adquiere el don del talismán, después los metales inferiores, el azogue liberado y tornado líquido áureo es el exilir gestado por las fuerzas de la tierra como antídoto a la enfermedad total de la era de la técnica. El hombre es inmortal pero solo por la transmutación de su cuerpo mortal y que debe morir en cuerpo sutil, materia infinitamente indivisible e irrecductible a composición alguna. La unidad agregada al infinito no lo aumenta en lo más mínimo, escribía Pascal. El cuerpo en Poe es liberado de la imagen y el universo, del que él es su eje, es un punto absoluto y absolutamente repetido como diferente. Quebrado el espejo, la imagen queda emancipada del modelo, la idea platónica asume cuerpo y se torna en la infinita divisibilidad de Pascal. El alma es tan mortal como el cuerpo. Solo que el cuerpo del escarabajo y la áurea crisálida renacen como potencia de lo inmortal. Tal es la parábola que cierra la idea de progreso en Poe, dolor planetario de la tierra, no locoalizable en punto alguno de su superficie. Devenida cuerpo sutil la tierra, el escarabajo y la crisálida se tornan el astro en el alma de PARACELSO. La materia cohesionada como caos infinito ya no necesita de órganos dotados de percepción. Toda ella infinita, engendra por repetición la idea de la idea de su objeto, Afinado el sentido es tanto más capaz de distinguir individualidades. Ora el Jardin Paisaje de los hemisferios, ora el tiempo -lugar puro, el alma se reencuentra con su esencia en la belleza de la contemplación física y moral a una, distinciones que ya no han lugar desembarada y libre la idea de la imagen. El infinito o lo infinito en Poe al ser cuerpo cohesionado no cierrra la serie de sus componentes, antes al contrario los precede como número y ritmo. Es el inteligible sensible de los Pitagórocos: el caos pascaliano. El hombre, como especie, es la enfermedad de la tierra, pero mediante la redención , mediante las potencias gneradas por la muerte, ésta nada en la sobrenaturaleza, porque el estado natural y en un principio pensado para él por la Divinidad significa caída, pero también promesa de Nueva creación. Lo decisivo es que el hombre no se abandona a la gran tentación a que sucumbe Fausto , a la tentación invasora del conocimiento, porque el mucho conocimiento es, parafraseando a Pascal, más pernicioso para ella que los muchos errores. Ello sería la vuelta de la sombra, el atisbo del Otro en la forma de la hermana esposa, Ligeia, Berennice O Morella, el retorno del cuerpo como virtualidad de la imagen espejo. El alma como cuerpo celeste siguiendo a Paracelso y a Zarathustra o el alma como sombra lunar de la heremana, tales la disyuntivas en que se mueve toda instauración alquímica en la era planetaria de la dolencia total de la tierra.

Xaber









sábado, 20 de junio de 2009

DER SCHREI/ELGRITO, UN POEMA INÉDITO DE XABER


LE CRI




Il buissonne la mer en des baies en fureur
Et c'est comme si des lézards en rut
Souriaient parmi les vagues bouillonnantes
Et tout ondule serpente s’écoule
Puis transit sous la froidure vermeille
Qui noie le firmament de ses langues de cinabre
C’est un premier et un dernier jour
L’heure verte de l’avant-naissance
L’heure grise d’un cri d’apocalypse
S’élevant tacite du corps incendiaire
Qui se cherche et se tâte
Et surpris de la beauté de la terre
Son geste lui échappe
Sous le tourment de l’ignoble déperdition
Dans les eaux en ténèbres…

Déchirée d’un long étirement de souffrance
Argent de lune vif -argent saturne
L’âme se fond par un surcroît de liquide
Sa voix s’estompant retentissante dans la foulée
Es un matorral el mar en el furor de las bahías
como si lagartos en celo
sonriesen entre las olas hirvientes
y todo ondula serpentea fluye
para sobrecogerse bajo el frío bermejo
que anega el firmamento con sus lenguas de cinabrio
es un prístino y postrero día
la hora verde del prenacimiento
la hora gris de un grito de apocalipsis
que se levanta tácito del cuerpo incendario
que se busca y se toca
y sorprendido de la belleza de la tierra
escápasele su gesto
bajo el tormento del innoble menoscabo
en las aguas tenebrosas....
Desgarrada de un largo estirón de sufrimiento
plata lunar azogue saturno
se funde el alma por demasía de líquido
resonante su voz se difumina en el tropel
He aquí un breve poema de Xaber concebido en lengua francesa, como otros, lo que no deja de sumir a este editor en la perplejidad, toda vez que esta lengua no era la natural de nuestro poeta. Acaso su adopción era debida a la fluctuación en el no-sentido en que consistía para Xaber el lenguaje, pero la razón profunda de ello, pensamos, más bien estriba en que para Xaber éste no era sino una máscara, delicada por cierto, en la que encubrir la alquimia del cuerpo desatada por el poema. Queda claro que la traducción que ofrecemos-o mejor la propuesta de la misma- a los lectores amengua la musicalidad y, por así decirlo, la magia del original.
EL EDITOR
EL CUERVO ALTIVO, EDICIONES
REINO DE ESPAÑA, MADRID







jueves, 18 de junio de 2009

EL LUGAR DEL CUERPO Y EL CUERPO SIN LUGAR


El alma humana es apta para percibir un gran número de cosas, y tanto más apta cuanto más su cuerpo es capaz de ser dispuesto de más maneras.

Mens humana apta est ad plurima percibiendum, et eo aptior, quo ejus corpus pluribus modis disponi potest. Spinoza Ethica II, 14




No estimados cuerpos, conocidos y desconocidos, no les conmino con un seminario sobre Spinoza, aunque les aseguro que todos nos divertiríamos mucho, cosa rara en la familia de los filósofos.Simplemente, en fin, les confieso,este País es para mí un filón, un nuevo nacimiento. Otros dirán tal vez un renacimiento, una reparación por mis infinitos pecados de otras vidas pretéritas. Acaso el reverendo Kane asevere, con esa profunda tristeza que caracteriza a todo sacerdote cualquiera que sea su procedencia, que es un llamado del Señor para que me aune a los esfuerzos de los hermanos del Ku Klux Klan en sus actividades tendentes a una mejora de la especie humana Pero yo no lo creo. Me baso en que, aunque asmático desde mi más tierna edad, anegados mis bronquios infantiles por el yodo del Cantábrico proceloso y esmeraldino, colmados de la humedad impreganada de aromas de heno de los verdes montes de mi natal tierra-oh tierra ,amada cuan lejos estás y cuán hermosa y encandiladora te me antojas precisamente en la lejanía!-, acompañado a lo largo de mi vida en distintos lugares y ocasiones por ese doppelgang que es mi respiración susurrante, particularmente, ay, enojosa en determinadas circunstancias y situaciones de la vida, en las que este abominable compañero me ha vuelto con su ruidosa e impertinente presencia hasta desagradable en los brazos de la Hija de Eva que me deparara generoso el destino, y eso que cortésmente siempre, llegado el caso, sugería el uso de un barbijo, discreto sin duda, en fin, pero que nunca me fuera concedido... Con todo ese asma a cuestas , he de decir-y lo puedo corroborar ante quien manifestase el menor asomo de duda, con todo derecho por otra parte-, que yo, Xaber, estoy dotado de un cuerpo magnífico, quiero decir, versatil- como debía de ser el de Ulises: "tráeme, oh Musa, a las mientes al hombre polýtropos , ah qué desafío para todo helenista ese polýtrotopos"...-, y que precisamente debido a mi versatilidad verdaderamente geminiana, como por otro parte lo señala la carta astral de manera incontrovertible, mi cuerpo es potente, es decir, no se me malinterprete, puede mucho relativamente a su capacidad, toda vez que es sobremanera adaptable , maleable, plástico, lo que hace a mi mente extraordinariamente perceptiva y por qué no inteligente, cosa que me ha permitido sobreviivir hasta ahora, en suma, es un cuerpo del que, a pesar del inconveniente arriba mencionado, estoy orgulloso, lo que pocas gentes pueden decir, y gentes, dígase por añadidura, sin asma, sin respiración susurrante, libres de tal enojo en esas singulares circunstancias de la vida a que aludía más arriba, gentes con cuerpo en apariencia mucho más corporal que el mío, más lustrosos al cabo, pero en definitiva poco aptos para percibir más cosas.Con todo su corpazo no llegaban a percibir sino lo que tenían bien delante , mientras que yo más modestamente alcanzaba a compreneder hasta al final y sin respirar un discurso del General Perón, pongamos a guisa de ejemplo, por no hablar de un texto de mediana extensión de Santo Tomás de Aquino e incluso, lo confieso mi cuerpo era capaz de percibir a Lilita Carrió, aunque, sí, en esa oportunidad sin comprender apenas nada, casi en el grado cero de la comprensión posible, habida cuenta de la alta potencialidad de mi cuerpo. En fin, se preguntarán ustedes de qué les estoy hablando y a cuento de qué viene aquí la mención de este país, que indudablemente hace referencia al país que habitamos ustedes y yo: La Argentina. Dicho esto, he de confesarles que meditando en esta atardecer de invierno austral acerca del papel del cuerpo, de su capacidad o poder tal como lo analiza sutilmente el divino Príncipe de los filósofos, reparé en que todo lo que era corporalmente hablando se lo debía al Gran Sur y ello debido a que a lo largo de los años de mi vida corporal argentina he constatado una y mil una veces la agudeza de las proposicioes del genial sefardita. En efecto ha sido aquí en Argentina donde me ha sido dado, en un verdadero privilegio cósmico y metafísico a un tiempo, del que seguramente no soy del todo merecedor, me ha sido dado, digo, constatar las múltiples formas de existencia corporal en su grado mínimo de excitabilidad, de suerte que su sustrato mental apenas si era capaz de percibir que percibía algo, es decir, que no se cataba de comprensión alguna, con lo que con tal grado mínimo de receptibilidad alcanzaban el umbral del idiotismo más desenfranado, lo que por otra parte no impedía a su mente gozar la más plena beatitud que bien desearía , pienso,para si, un molusco. Insisto a Argentina debo, del Gran Sur soy deudor de un cuerpo verdaderamente corporal, apto, cada vez más apto para comprender tantas más cosas, aun y sobre todo las más en apariencia contrarias a mí mismo. A Argentina debo, sí, cuerpos desconocidos, el haberme tornado un ser infinitamente disponible en mi plasticidad para que no me repugne, me extrañe o me asombre corpúsuclo alguno que se cruce por mi campo de percepción. A ustedes se lo debo.

jueves, 11 de junio de 2009

SOBRE EL CARETAJE Y SU POSIBILIDAD

Todo me resulta confuso en este tema del caretaje, sea él el que fuere, pues debe de haberlos de todo tipo y para todos los gustos.-caretajes gay, lesbianos, heteroxesuales, caretaje católico, zurdo, caretaje cero o nulo, ausencia de caretaje, caretaje en grado exponencial, uno nosabe ya, y además ellos varían de un lugar al otro,de un país al otro: tanto como la locura misma. No se parece en nada sin duda un loco- en otra ocasión podríamos hablar de las locas- argentino a un loco español. Es más, en España misma y sin ir más lejos la locura es múltiple y variada:la de los vascos es caraterística_mucho clan, mucha amatxo y profunda y persistente intoxicación alcohólica. La de un andaluz es de otra calaña. Viva la joda y aa ver si me paso de listo porque soy sin duda er ma guapo y to er mundo er bueno. El catalán es otra cosa , aun en la locura, él está por el negocio a toda costa y quien dice negocio, dice consenso: son políticos natos, que notienen nada que envidiar a los argentinos en este aspecto. Y así pudiéramos seguir indifinidamente en la enumeración de las más divrrsas tipologías de demencia Mas volviendo al tema de caretaje suscitado por la adopción de una u otra alternativa de la afirmacion del afecto sexual, los últimos blogs que he recorrido sobre tema al parecer del día,he de decir que bien escrtos como están y aun mejor meditados, todos me parecen adolecer de ignorancia posiblemente inadvertifada y por supuesto insconsciente y ello tendrá sus razones sin lugar a dudas. Pero veamos: todo afecto humano- pensamiento, impulso sexual o impluso de placer, el odio al vecino o el cariño a la vecina etc tec, de ninguna manera pueden verse exentos del concomitante,queridos hermanos, de voyeurisme, preséntese éste como se presente y con frecuencia de la manera más inusitada No nos es dado al parecer existir sin un espejo mágico al frente, que nos permite justamente distanciarnos de nuestro cuerpo, el cual nos es bien ajeno, no obstante su priviligiada proximidad. Nuestro cuerpo es ya una imagen , con frecuencia vieja imagen quenos acompaña, y siempre termina por sorprendernos. Existimos simplemente desde él. Cierto nos queda el gran desafío-un desafío como especie: un yo/cuerpo que no dice yo sino que hace yo. Tal sería en nosotros un ÜBERMENSCH . Extraña alquimia a la que nos invita Nietzsche- Pero esto sería largo de hablar. En otra ocasión, cuerpos desconocidos.
XABER