miércoles, 6 de mayo de 2009

Un archivo de Xaber


Nota del edictor
Ediciones el Cuervo Altivo
Reino de España, MADRID
Este editor, tras largas y fatigosas pesquisas, tiene el inmenso agrado de presentar al lector anónimo de Xaber la versión de la PRIMERA ElEGÍA DE RILKE, vertida al castellano por Xaber con singular esmero y respeto por lapalabra del poeta. La misma tuve la fortuna de hallar entre otros viejos papeles en una cabaña junto al río San Vicente en la localidad der CerroAzul vecina a Agua de Oro, donde al parecer Xaber se refugiaba con frecuencia. Entre ellos, se encontraban la totalidad de la traducción de las Elegías del poeta pragués además de versiones sueltas de otros poemas de Hölderlin y de Novalis. De este último además se hallaba íntegra la traducción de LOS APRENDICES DE SAIS, con un importante aparato crítico, que, en su momento el ediotr espera hacer público, habida cuenta de la importancia de las anotaciones de Xaber sobre la tradición alquímica y esotérica en este importante ensayo del poeta alemán. El manuscrito der Xaber estaba mutilado y roído por la humedad, y en algunas pasajes era casí ilegible, hecho agravado por su caprichosa caligrafía, por lo que este editor se vio obligado a un trabajo arduo y paciente en lo concerniente a la reconstrucción. Como quiera que sea, la impòrtancia de los textos ha colmado en demasía los esfuerzos acometidos. Espero que ello contribuya al resguardo de la memoria del ilustre polígrafo y poeta.


PRIMERA ELEGÍA

**


¿Quién si yo gritara oyérame desde los coros angélicos?
Y me acogiera alguno de súbito
en el corazón, perecería
ante su más fuerte existencia, pues la belleza
no es sino el comienzo del espanto que todavía
soportamos
y admiramos sólo porque asosegada desdeña
destruirnos. Todo ángel es espanto
y así, me contengo y trago
el llamado de seducción
del oscuro sollozo. Ay, ¿A quién nos es dado
recurrir ? A ángeles no, a hombres no,
y las fieras hábiles ya advierten
que no estamos tan seguros en casa
en el mundo interpretado. Nos queda acaso
un árbol cualquiera en el talud, como para que a diario
lo veamos de seguido. Nos queda la calle de ayer
y la demorada confianza en una costumbre
que se aposentara entre nosotros, se quedó y no es ida.
Oh y la noche, la noche cuando el viento de espacio
(de mundo colmada,
nos mella el rostro-, ¿ a quién no le queda ella,
la anhelada,
suavemente embaucadora, que al corazón solitario
penosamente conmina, ¿ es ella más liviana para los
amantes?
Ay, ellos se esconden mutuamente su suerte.
¿Todavía no lo sabes? Arroja de tus brazos el vacío
a los espacios que respiramos; acaso las aves
sientan la amplitud del aire que respiramos con más íntimo vuelo.

Sí, por cierto que las primaveras te necesitaban. Más
de una estrella
te solicitaba que la venteases. Se levantaba
un arco en el pasado o
cuando te asomabas a la ventana abierta,
se entregaba un violín. Todo era encargo.
¿Pero lo domeñabas? ¿No eras una y otra vez
por la espera disperso cual si todo te declarase
a una amada?( dónde ponerla a buen recaudo




pues que tus grandes pensamientos van y vienen extraños
y con frecuencia permanecen en la noche.)
Mas si anhelo hay en ti, canta entonces a los amantes;
tiempo ha que no es suficientemente inmortal su afamado sentimiento.
A aquéllos, casi los envidias, a los abandonados, a quienes
más amorosos encontraste que a los sosegados. Reanuda
una y otra vez la alabanza nunca alcanzable.
Piensa: dura el héroe, incluso el ocaso fue
para él
mero pretexto para ser: su último nacimiento.
Mas a los amantes los recupera la agotada naturaleza
cual si no existiesen dos veces las fuerzas
para consumarlos. ¿ Has pensado suficientemente
en Gaspara Stampa, de suerte que una muchacha
a la que el amado abandonara, conforme al más espiritual ejemplo
de estos amantes siente: ¿fuera yo como ellos?
¿ Estos dolores antiquísimos no debieran tornársenos
más fructíferos? No es tiempo de que amando
nos desapeguemos del amado y, entre temblores, lo sostengamos
como la flecha sostiene la cuerda para, congregada
en el salto,
ser más que ella misma.
Voces, voces, oye, corazón mío, como sólo otrora
oyeron los santos: la gigantesca llamada
los levantó del suelo, mas imposibilitados
permanecieron arrodillados y no se cuidaron de ello.
Así fueron todos oídos. No que de dios soportes
la voz, lejos de ello. Mas oye el soplo,
el interminable rumor constituido de sosiego.
Un murmullo se allega ahora hasta ti desde aquellos jóvenes muertos.
Donde quiera que penetraras, ¿ no te interpelaba en iglesias,
en Roma, en Nápoles su sino?
O se te entregaba excelsa una inscripción
como poco ha el rótulo en Santa María Formosa.
¿ Qué quieren de mí? Quedamente he de desbaratar
la apariencia de injusticia que, en ocasiones,
estorba el puro movimiento de sus espíritus.

Extraño es en verdad no habitar ya la tierra,
ya no ejercer costumbres apenas aprendidas
a rosas y a cosas diferentemente prometedoras
no dar el significado de un futuro humano;
lo que uno era en manos de infinita angustia
ya no serlo e incluso el propio nombre
dejar de lado cual juguete roto.
Extraño no seguir deseando los deseos. Extraño







todo lo que se instalara tan suelto en el espacio
ver revolotear. Y estar muerto es penoso
y de recuperación colmado hasta que poco a poco
se rastrea un tanto de inmortalidad.- Mas los vivos
cometen el error de distinguir demasiado fuerte.
Los Ángeles (se dice) no sabrían a veces si entre
los vivos se mueven o entre los muertos. La eterna corriente
arrastra siempre consigo a través de ambos dominios
todas las edades y en ambas las acalla.

Ya no nos necesitan en suma los
tempranamente desaparecidos,
se desacostumbra uno suavemente de lo terreno, como
del dulce
seno materno. Pero nosotros, menesterosos
de tan grandes misterios, de los que de tristeza con tanta frecuencia
surge un santo progreso-: ¿ Pudiéramos ser
sin ellos?
En vano es la leyenda de que una vez la queja por Limos,
primicia de osada música, transpuso la estéril rigidez,
de suerte que por vez primera en el espacio de espanto, en el que
un joven casi divino
de repente para siempre penetrara, dio alcance
el vacío a esa oscilación que ahora nos arrebata, consuela, y ayuda.

1 comentario:

Unknown dijo...

Estimado colega infiel.
Es un enorme placer volver a comunicarme con usted después de mi prolongado viaje por Europa del Este en busca de mis parientes perdidos.
Aún está en camino la respuesta a esos señores jesuitas que tanto gustan de rasgarse las vestiduras.
Por lo pronto, quería anunciarle que puede visitar mi templo, en el que podrá conocer la triste historia de Valérie con éste humilde siervo de Dios.
Y si se queda con ganas, lo invito a conocer el proyecto que armamos con el pelado Lucero: www.triunviratodisidente.blogspot.com
Un saludo grande, ya nos estaremos comunicando.
Bendiciones